miércoles, 13 de enero de 2010


perdido en un mar de botas de combate fluye la juventud desperdiciada. Cuando la escena se convirtio en una broma, los chicos que vivian de cerveza y velocidad ahora quieren sus patatas fritas y cocacolas. Enseñen a los niños a ser todo lo que pueden ser para que el día de mañana o incluso el día de hoy no sean alguien como yo. Alguien que se pasa la vida hablando de los demás y cocina patatas fritas a sus hermanos.

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