MUERTE DE CAL

el sonido de sus huesos chocando contra el suelo corrompía nuestras almas.
dos cuerpos de alambre, enfriándose con el acero de sus vidas, expuestos a las olas de rencor polar, aliándose en la firmeza del suspiro, en la divagación de hielo.
las hojas de un antiguo sauce hicieron con sus corazones lo que las sílfides a los huecos latentes; los llevan a su terreno, los hieren y amurallan sus pelvis añorantes de sístoles y diástoles.





y así yacen sus huesos sordos perdidos un otoño; vacíos de magnesio, espectáculo macabro.