su dulzura disfrazada me hizo recordar a Magdalena...
En aquel preciso instante mis intestinos comenzaron a retorcerse y desdoblarse simulando el baile que el tabaco ofrece al café, Simunlando el contoneo de los arrecifes a mediados de febrero.
Mi columna ofrecia oraciones al hielo de sus ojos, al hielo de mi alma.
El viento cansado hace sangrar mis ojos, juega a hacer excepciones.
La Esperanza aquel invierno era morena y vestía sus trece otoños disfrazados de encaje y alquitrán.
Crece en cada trago su colección de nubes y mariposas deshojadas.
Su nombre siembra en cada estación pequeños fragmentos de delicadeza,
lo último que se pierde.
Su vida siempre nos señala al norte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Inteligencia Artificial