martes, 3 de julio de 2012

a la mujer de Honduras

Que me regaló un trocito de su vida. Un reflejo de su largo recorrido entre adióses y guacamole, remolacha y pan de trigo. Un brillar de ojos marrones con historia gratuita. La piel tostada de la existencia de mantequilla y olor a ropa de bebe prematuro, la juventud robada que se volvió dulce mano de madre. A la mujer de las ruedas en autopista y la vuelta al mundo en dieciséis suspiros. 35 minutos de oda a la semilla transatlántica. Qué tus historias caigan en tierra de samba y olé, qué las guayabas bendigan tus atardeceres lamidos por el aire salado y eufórico de un sueño de café y porcelana.

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