Guadalupe sólo puede comer manzanas. Lleva una cruz. La vida le ha castigado y recorre los caminos de la pena sembrando a su paso semillas de manzana.
Guadalupe luce su primavera como una corona de espinas. A sus tobillos lleva atados los recuerdos del otoño, los escombros de una infancia y el color de sus mejillas de hojalata.
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