viernes, 15 de noviembre de 2013

Ese niño tendrá una madre suave como la leche.

Yo mordí la mano que me daba de comer. A los cuatro días él volvió y me encontró tal y como me había dejado: sucia, tirada, inerte, con el corazón en los huesos.
Si no sabía cuidar de mi pelo, cómo iba a cuidar de mi pequeño bebé. Corté mi pelo. Con mi pelo se fue el olor a campo, a fruta, a la esencia dorada que ellos anhelan. Él amaba mi pelo porque ellos sabían apreciarlo. Solían dormir sobre mi pelo, les recordaba a otros tiempos. Lo único que querían era compañía, sentir que aún no habían muerto y volar conmigo sobre mis rizos castaños.
Yo cuidaré de ese niño, seremos dos, que es más de lo que tú jamás has tenido. Será mio, sólo mio. Jamás podrás evitarlo.
Mis pechos no han crecido nunca, mis caderas siguen igual de estrechas. Sabré cuidar a esa criatura porque me acompañará durante nueve meses de soledad infinita. Ya no te necesitaré. Seremos dos, que es más de lo que tú jamás has tenido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Inteligencia Artificial