domingo, 8 de agosto de 2010

-novena sinfonia desde el escuadrón de la muerte-

por aquel entonces hubiéramos sido amigos, no conocía los prejuicios y mis recién estrenados pulmones añoraban la dura humedad que me había criado, pero el que cría sabe que el código de barras incluye fecha de caducidad y no hay bien sin mal, no hay nada sin todo lo que estés dispuesto a perder. tendría que abandonarle para saber más tarde que una vez, durante nueve meses, tuve un hogar.

tres segundos más tarde mi columna vertebral negaría este testimonio, era uno de ellos, un ente abandonado a su suerte, huérfano de escuela y exiliado de cordón umbilical.

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