con esas axilas de niña gorda gritando clemencia
con sus ingles calvas de sendero oculto
con sus pies de metacrilato sin tallar
con esas mejillas de fresa y aquellos labios que dibujaban lechuga aullándole al cristal de la luna llena;
así llegó la primavera a su altar,
despojándote de dientes y corona.
Lindo adiós de terciopelo, bendita mirada de estrella y alma que no pesa.
Los años surcarán tu océano,
tu pelo lamerá otras cabezas,
tu almohada será el felpudo en el que escribirás tu biblia
y los días serán los días
de tu joven voz.
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