sábado, 15 de junio de 2013

los canopes de mi casa.

Tengo las cenizas de mis antepasados guardadas en mi altar secreto. Las arrugas de mis difuntas proclaman mi futuro rostro.
Anoche soñé que mi madre moría y celebrábamos banquetes de lágrimas y melancolía.
Mi madre es la última mujer del árbol genealógico, las lineas de sus manos son infinitas, ha sobrevivido a ocho guerras nucleares y cinco dolores de cabeza terribles.
Soy fruto de sus entrañas perennes.
La memoria histórica de las mujeres de mi familia acaba con mi madre. La última de las mujeres que cosía corazones en otoño y calentaba el café con la nieve.
La piel de mi madre nunca será de lagarto. Los ojos de mi madre siempre serán el mar en un febrero tardío. El pelo de mi madre siempre lucirá rojo y con bucles, millones de días y millones de noches, rojo y con bucles a mi lado. Eternos en el tiempo e infinitos en el espacio. Su pelo nunca me dejará sola y juntas escribiremos los réquiem  de nuestras sucesoras caducas. De nuestras hijas de barro. Siempre jóvenes, siempre de algodón de azúcar y recuerdo de la luz de nuestras abuelas extintas. Siempre tan bellas como la primera vez que nos vimos.
Dios nunca se atreverá con nosotras porque juntas somos más fuertes que él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Inteligencia Artificial