Tengo décadas y aun recuerdo el día de mi nacimiento. Llevo lustros
infinitos en pie y me veo tan menuda como el pulgar de un pie ajeno.
Nunca llegan mis días de gloria y sigo soplando velas.
Tengo musas y sueños en vela. Tengo almohadas compañeras y la piel
estropeada y sigo sin ser el reflejo de nadie. Es tarde para mi futuro y
mi pasado es una radiografía muda del terciopelo que vestía por
entonces.
Mi tiempo es el tiempo de una inspiración bajo las sábanas. Tiempo que
fluye por mis poros y reconstruye la cadena de sucesos que me encarcelan
en un alma cronometrada.
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