sábado, 6 de diciembre de 2014

Gracias a Leopoldo.

busco yo la alegría y su fruto de abejas.
cesa el ruido del llanto y su cifra de ángel corre sobre las playas.
quisiera olvidar  mi movimiento y mi firme residencia en esta torre de debilidad,
acariciar el oro que descansa en tu espalda de nueve amedrentada y apretar en mis brazos la rosa de la Tierra.
Yo iba cayendo en el olvido y en el conocimiento de sus lágrimas como un hombre desnudo.
leyenda de oro virgen.
no hay sueño capaz de interrumpir este dolor de la alegría.
y la luna al fondo se sonrosa
yo recuerdo en la distancia, contra mi corazón apagado, 
el latido celeste de tu cuello y la crueldad del oro sobre la nieve.
tu carne tiene el gracioso color del pan y de la lágrima.

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